¡TIENE CUATRO AÑOS DE EDAD, Y YA USA DENTADURA POSTIZA!

Graeme Dobbie, de apenas cuatro años de edad acaba de entrar al Libro Guinness de los Récords Mundiales por ser el niño de más corta edad en todo el mundo, que tiene en su boca, una dentadura postiza completa.
Así es. A tan tierna edad el pobre chiquillo se ha visto despojado de todas sus piezas dentales y su esperanza está puesta en cuando cumpla siete años, y le empiecen a salir los llamados “Dientes Permanentes”.

A la edad de dos años y medio, los dentistas le vieron una fuerte baja en sus defensas dentales, provocada por un medicamento que la madre tomó en el embarazo.
Eran unos complementos vitamínicos que todavía no tenían el visto bueno de la Sociedad Médica Británica y un irresponsable ginecólogo, por el afán de obtener una buena comisión, le había recetado.

Este medicamento hizo que los dientes del bebé se le estropearan, de manera que a los dos años y medio estaban podridos y sin esperanzas de arreglárselos.
Por lo que tuvieron qué extraérselos todos, y para ello lo anestesiaron y le abrieron las encías para sacárselos.
Pasó más de cuatro meses de grandes molestias, hasta que la carne de sus encías fue cerrando totalmente.

Para que pudiera ir aprendiendo a comer y a masticar, le confeccionaron una dentadura especial de su tamaño, y que el niño ya maneja muy bien.
El laboratorio que hizo el medicamento era “pirata” y los responsables fueron encarcelados, junto con el médico que los recetó, al que también le fue retirada la licencia.
Por lo que Graeme Dobbie está totalmente chimuelo, y cuando no tiene su dentadura puesta, habla como viejito, pero con su vocecilla infantil.

Para evitarle humillaciones y sufrimientos, sus padres lo tienen en clases privadas de Preescolar, y el niño es tan inteligente que va muy adelantado.
Su maestra está consciente del problema del chiquillo y va diario a su casa para darle lecciones particulares.
Juega con sus primos y con otros niños que lo quieren y a todos les está prohibido que le hablen de su problema.

Hace poco, Linda, la madre, regañó a unos chamacos que le dijeron a su hijo que se quitara su dentadura y que se pusiera unos colmillos de vampiro.
El caso es que Graeme ha tomado con alegría infantil e inocente el hecho de carecer de piezas dentales.
Su padre, Howard, es un empresario en Londres, y le ha prometido a su pequeño que hará hasta lo imposible por hacerle feliz esa difícil etapa de su vida.
Cuando va a la casa del abuelo Michael, le gusta reír y bromear con él, ya que los dos se quitan las dentaduras postizas y juegan a los “viejitos”.

Sus padres están tranquilos, ya que saben que cuando le salgan los dientes permanentes, todo cambiará, ya que los dentistas estudiaron las tomografías de su hijo.
Los especialistas aseguraron que ese nuevo juego de dientes está sano. De todos modos le dan calcio, para así fortalecerlos cada vez más.
Gracias al amor y a los cuidados de los que le rodean, Graeme no tiene ningún problema emocional debido a su temporal carencia de dientes. Sonríe a la vida, mostrando unos dientes tan blancos que están colocados en dos placas de plástico, que simulan ser sus encías…

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