Cuento: El brebaje

Este cuento lo escribí hace pocos días. Espero que os guste...

Había una vez hace mucho tiempo en un pequeño poblado, un hombre muy triste, tan triste que su única ocupación y preocupación era la de hacer daño a los demás con palabras envenenadas.

Etsirt, que así se llamaba, era tan cruel que a los hombres que perdían su trabajo les decía sonriente que se lo habían merecido por no haber estado nunca a la altura, y a los novios que cortaban después de una larga relación les intentaba marcar con fuego en el corazón que siempre estarían solos porque eran más que patéticos e insoportables. Eso le producía un placer que sin saberlo le consumía aún más en su amargura.

Un día, hartos de su comportamiento, los habitantes de la aldea decidieron acudir desesperados a un sabio ermitaño que vivía en lo alto de la montaña más cercana en busca de una solución. Etsirt oyó rumores en los que se decía que el anciano les había preparado un brebaje a base de plantas misteriosas que le haría invisible ante los demás. Sorprendido, decidió comprobarlo acercándose a Claris, la cual estaba recogiendo flores del pequeño jardín comunitario. Claris era una mujer que todavía no había alcanzado los treinta años y a la que un terrible incendio le había robado hace pocos días su humilde casa junto a sus escasas pertenencias.

- Morirás de frío en el próximo invierno si antes no te has muerto de hambre. ¿Qué se siente al ser consciente de ello?

Etsirt esperaba impaciente ver brotar por las mejillas de la desdichada mujer varios canales de lágrimas, pero no pudo más que sorprenderse al ver que la joven de pelo dorado sonreía radiante con los ojos cerrados al sentir la fragancia de una flor de pétalos violetas que acariciaban con delicadeza su nariz y agradecían todo su amor por la Naturaleza.

Algo frustrado, el atormentado hombre intentó hacer probar la fruta de su maldad a otros muchos de sus vecinos pero iba comprobando una vez tras otra que ni tan siquiera la veían. Cada vez se sentía más desesperado por este hecho hasta que finalmente se dio cuenta de que si cambiaba su actitud la misteriosa poción perdía su efecto; cuando actuaba con bondad las personas podían verle y comunicarse con él. Eso hizo que con el paso de los meses se convirtiese en la persona más altruista y amable de todo el poblado.

Un día se encontró a solas con el sabio anciano y la curiosidad hizo preguntarle qué brebaje había ofrecido a sus otros vecinos hace unos años y que tenía el misterioso poder de haberle hecho invisible a ojos de los demás. El ermitaño sonrió y le respondió con una solemne palabra: IGNORARTE.

Me encantó, Lapizypapel!!, escribes realmente bien.
Sabes?, son la clase de cuentos que me gusta leer. Lecciones para el alma.
Muchas gracias!!, ojalá sigas escribiendo tan profundamente como has demostrado en este cortito pero valioso cuento