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Antropófobo en Asturias, mi historia personal
3 participantes
Página 1 de 1.
Antropófobo en Asturias, mi historia personal
Mi historia es la de todos. Alguien que podría haber sido feliz y normal, pero maldito sin razón con este miedo insano a otras personas.
Fue a partir de la adolescencia cuando fui aprendiendo a vivir con temor. Dejé de ser un chico entrañable, extraño pero querido por todos. Comencé a tener miedo a hablar. De ser el centro de atención. De ser objeto de burlas. Lo curioso es que no recuerdo ningún punto de inflexión, ningún trauma. No fui maltratado ni sufrí bullying. Sencillamente, la fobia social apareción en mí y me destrozó.
Pasé mis años de juventud entre los 13 y los18 sumido en videojuegos y lecturas raras. No he conocido el amor adolescente, ni he formado parte de una pandilla de amigos. Los veranos eran, sencillamente, más tiempo para leer. Tenía amigos, escasos, y todos ellos individuos al margen de la normalidad como yo. Pero esto no mitigaba la soledad, ni el hecho de que algo funcionaba mal en mí.
Luego llegó la Universidad. Pasé dos largos años estudiando Psicología, durante los cuales permanecí en aislamiento total. No entablé una sola conversación, y en ocasiones daba paseos por la ciudad con el fin de evitar asistir a una clase atestada de gente. Recuerdo aquellos dos años como un infierno, aunque por suerte mi cerebro tiende a eliminar buena parte de los recuerdos dañinos. Esto último, lejos de una ventaja, es una profunda causa de dolor. Mi vida está vacía de recuerdos.
La depresión y el hastío existencial hicieron mella en mi rendimiento académico, y mis resultados fueron desastrosos. No sin una fuerte depresión y disputa familiar, decidí cambiar de carrera. Y aquí es donde mi vida comienza a volverse un poco más luminosa.
Si bien el miedo a los profesores persiste aún, y no me atrevo a hacer preguntas en voz alta, conseguí conocer a gente con la que entablé una saludable amistad. Aunque no me atrevía a irme de "juerga" con ellos, les caía bien y en clase estaban siempre conmigo. Terminé el curso con buenas notas y fui feliz.
Al año siguiente, con 21 años, y por patético que pueda sonar, conocí el amor por primera vez. La novia de un amigo se me insinuó, y de manera ruin y rastrera, le seguí el juego, dando lugar a la pérdida de un amigo de la infancia y a una relación que duró un año. Los recuerdos están tan vivos que me duelen como hierro candente. Su mirada, sus promesas, las declaraciones súbitas de amor eterno, el hacer de cada día una aventura maravillosa. Momentos perdidos para siempre, y que no volverán jamás sino en forma de memorias dolorosas.
La mujer de mis sueños, que dio sentido a mi vida y que alivió mis penas con un amor tan intenso que apenas parecía real, se transformó. Comenzó a portarse mal conmigo sin razón, a llevar la contraria, a despreciarme. Llegado el momento me pidió tiempo, y concluido el tiempo me hizo saber su deseo de finalizar la relación. Su excusa oficial, "querer estar sola". Pero sé la verdad, que mi fobia social minó la relación. No logré llevarme bien con sus amigos ni con sus familiares, y esto le hizo reconsiderar si yo era alguien lo bastante estable mentalmente como para querer estar la vida entera conmigo.
Ahora, empujado por el miedo a la soledad, he comenzado a cambiar. Salgo con mis amigos de la facultad tal y como lo hace la gente normal, y me gusta.
Aunque sigo sintiendo un vacío, que solo la persona adecuada podrá llenar.
Esta es, a grandes rasgos, la historia de mi vida. Disculpad la quizás excesiva longitud del texto.
Fue a partir de la adolescencia cuando fui aprendiendo a vivir con temor. Dejé de ser un chico entrañable, extraño pero querido por todos. Comencé a tener miedo a hablar. De ser el centro de atención. De ser objeto de burlas. Lo curioso es que no recuerdo ningún punto de inflexión, ningún trauma. No fui maltratado ni sufrí bullying. Sencillamente, la fobia social apareción en mí y me destrozó.
Pasé mis años de juventud entre los 13 y los18 sumido en videojuegos y lecturas raras. No he conocido el amor adolescente, ni he formado parte de una pandilla de amigos. Los veranos eran, sencillamente, más tiempo para leer. Tenía amigos, escasos, y todos ellos individuos al margen de la normalidad como yo. Pero esto no mitigaba la soledad, ni el hecho de que algo funcionaba mal en mí.
Luego llegó la Universidad. Pasé dos largos años estudiando Psicología, durante los cuales permanecí en aislamiento total. No entablé una sola conversación, y en ocasiones daba paseos por la ciudad con el fin de evitar asistir a una clase atestada de gente. Recuerdo aquellos dos años como un infierno, aunque por suerte mi cerebro tiende a eliminar buena parte de los recuerdos dañinos. Esto último, lejos de una ventaja, es una profunda causa de dolor. Mi vida está vacía de recuerdos.
La depresión y el hastío existencial hicieron mella en mi rendimiento académico, y mis resultados fueron desastrosos. No sin una fuerte depresión y disputa familiar, decidí cambiar de carrera. Y aquí es donde mi vida comienza a volverse un poco más luminosa.
Si bien el miedo a los profesores persiste aún, y no me atrevo a hacer preguntas en voz alta, conseguí conocer a gente con la que entablé una saludable amistad. Aunque no me atrevía a irme de "juerga" con ellos, les caía bien y en clase estaban siempre conmigo. Terminé el curso con buenas notas y fui feliz.
Al año siguiente, con 21 años, y por patético que pueda sonar, conocí el amor por primera vez. La novia de un amigo se me insinuó, y de manera ruin y rastrera, le seguí el juego, dando lugar a la pérdida de un amigo de la infancia y a una relación que duró un año. Los recuerdos están tan vivos que me duelen como hierro candente. Su mirada, sus promesas, las declaraciones súbitas de amor eterno, el hacer de cada día una aventura maravillosa. Momentos perdidos para siempre, y que no volverán jamás sino en forma de memorias dolorosas.
La mujer de mis sueños, que dio sentido a mi vida y que alivió mis penas con un amor tan intenso que apenas parecía real, se transformó. Comenzó a portarse mal conmigo sin razón, a llevar la contraria, a despreciarme. Llegado el momento me pidió tiempo, y concluido el tiempo me hizo saber su deseo de finalizar la relación. Su excusa oficial, "querer estar sola". Pero sé la verdad, que mi fobia social minó la relación. No logré llevarme bien con sus amigos ni con sus familiares, y esto le hizo reconsiderar si yo era alguien lo bastante estable mentalmente como para querer estar la vida entera conmigo.
Ahora, empujado por el miedo a la soledad, he comenzado a cambiar. Salgo con mis amigos de la facultad tal y como lo hace la gente normal, y me gusta.
Aunque sigo sintiendo un vacío, que solo la persona adecuada podrá llenar.
Esta es, a grandes rasgos, la historia de mi vida. Disculpad la quizás excesiva longitud del texto.
Svartalf- Esto... Yo pasaba por aquí
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Mensajes : 14
Edad : 32
Humor : vítreo
Tengo : Fobia social
Re: Antropófobo en Asturias, mi historia personal
Hola, pues.
También daba vueltas por la ciudad para evitar ir a clase.
También daba vueltas por la ciudad para evitar ir a clase.
Invitado- Invitado
Re: Antropófobo en Asturias, mi historia personal
Lo que cuentas guarda similitud con mi vida. Muchísima se podría decir. Siendo paisano, ojalá pueda conocerte, encontrar a alguien aparentemente tan parecido a mí, cosa inédita, sería una gran experiencia.
Hasta en el amor sufrimos algo parecido. Aunque yo ahora no estoy bien, hace unos meses era cuando tenía la fuerza, ahora flojeo un poco. No sé cómo cojones no me he rendido todavía.
Hasta en el amor sufrimos algo parecido. Aunque yo ahora no estoy bien, hace unos meses era cuando tenía la fuerza, ahora flojeo un poco. No sé cómo cojones no me he rendido todavía.
gallu- Toc toc, se puede?
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Mensajes : 2
Edad : 28
Tengo : Rubor
Re: Antropófobo en Asturias, mi historia personal
Hola! :DD pff t comprendo... Lo mas chungo de las relaciones es el tener que llevarte bien con los amigos y familiares... U.U
Anacocolu- Toc toc, se puede?
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Mensajes : 1
Edad : 28
Tengo : Depresión
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