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Opinión: "Los valores de la humillación", por Sergi Pàmies - Página 2 Gente_11


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Opinión: "Los valores de la humillación", por Sergi Pàmies

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19022016

Mensaje 

Opinión: "Los valores de la humillación", por Sergi Pàmies - Página 2 Empty Opinión: "Los valores de la humillación", por Sergi Pàmies




SERGI PÀMIES 19/02/2016 01:03 fuente: La Vanguardia


Es lógico que el deporte escolar aspire a asumir los valores que se atribuyen al resto de actividades educativas y huya del ansia competitiva más peligrosa y brutal. Pero no le ayudan ni la criminalización ni la insistencia en convertirlo en colmo de la virtud. El esfuerzo por corregir conductas malsanas es necesario, sobre todo entre los espectadores, que son los grandes proveedores de idolatrías y violencias. Una propuesta cada vez más extendida en el deporte escolar aboga por modificar el reglamento para evitar humillaciones. Si en un partido un equipo gana por una diferencia monstruosa, se recomienda detener el marcador. El objetivo de la medida es subrayar el componente de la diversión sobre la competitividad. Como en otros ámbitos de la vida, el anhelo reformista nace de los abusos de una minoría salvaje, que secuestra una práctica mayoritaria y la envenena hasta que, en una espiral absurda, obliga a imponer más normativas que desvirtúan su esencia. Las actitudes violentas, machistas, racistas y homófobas no nacen tanto de circunstancias deportivas como de un déficit educativo que impone bajar el listón del conocimiento y la disciplina en nombre de un igualitarismo que debilita la autoridad (de los árbitros, los profesores, los padres) y el valor fundamental de la responsabilidad individual.

En paralelo, la impunidad de los salvajes causa irreparables deserciones entre los que siempre practicaron el respeto y un sentido de superación colectiva e individual tan útil como pedagógico. Pero pretender que el deporte sea impoluto en un mundo que mitifica el darwinismo extremo convierte la buena educación en simulacro o broma macabra. En este contexto, ¿debe penalizarse la humillación del marcador? Cuando tenía doce años, un grupo de amigos de mi curso organizó un partido de fútbol contra el equipo de otra escuela. Nosotros no nos entrenábamos, éramos catastróficamente anárquicos y a duras penas conseguíamos poder alquilar uno de los campos de Piscinas y Deportes. Ellos, en cambio, se entrenaban e incluso tenían masajista. Resultado: 25-0. A su favor. Heridos en nuestro orgullo, exigimos un partido de vuelta. Resultado: 25-1. ¿Fue una humillación? Total. Pero es la experiencia deportiva más importante que jamás he vivido. Las dos derrotas tragicómicas me enseñaron algunas verdades sobre la vida, aparte de inocularme una secreta animadversión por cualquier cosa que tuviera relación con aquella escuela. El tiempo me dio la razón. Alumnos que jugaban en el equipo que nos humilló reglamentariamente triunfaron. De algunos recuerdo perfectamente su apellido, bien porque más adelante sedujeron a chicas que me habría encantado seducir a mí, bien porque tocaban la guitarra prodigiosamente, bien porque acabaron presentándose a las elecciones. Por mi experiencia, pues, si el resultado de un partido escolar es humillante pero justo, resulta mucho más pedagógico que si, en pleno desastre, aparece la autoridad y detiene el marcador con la intención de perdonarnos innecesariamente la vida.


O como me gusta decirlo a mí: Unas veces se gana y otras se aprende. Maquillar las derrotas aplastantes es disfrazar la realidad.
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Opinión: "Los valores de la humillación", por Sergi Pàmies :: Comentarios

Intrigado

Mensaje Vie 19 Feb 2016, 22:34 por Intrigado

*Amy* escribió:
Intrigado escribió:
Ni tanto ni tan poco.

Bueno, de ahí la razón por el artículo, porque estábamos en el tanto.


No estoy de acuerdo. Una cosa son los valores de cooperación y compañerismo que se intentan inculcar en la escuela (lo importante es participar, etc.) y otra cosa es que la sociedad haya realmente interiorizado esos valores, que no lo ha hecho; y a la vista está, porque nosotros mismos, como adultos, no nos lo creemos.
Yo personalmente soy más partidaria de conseguir algo en común, poniendo cada uno algo de su parte, que de que uno se lleve la victoria y los demás se queden con el estigma de perdedores. Claro que, como decía antes, no hay que abusar por ningún lado. Y repito, no creo que se abuse de eso, sino que el problema radica en que hay un desajuste entre los valores educativos y los de la sociedad real.

No sé, para mí el artículo no hablaba de esto. Disculpas por la longitud de lo que voy a escribir.

Lo único que hace Pàmies es aprovechar que realmente hay ahí esa idea extravagante de que a los niños hay que protegerlos de las derrotas humillantes en las competiciones deportivas, para hacer una argumentación y elogio del valor de la derrota a partir de una anécdota personal. Pàmies habla del individuo porque habla de su experiencia, y no habla de la sociedad, sino del individuo en la realidad —la que sea.

Si un niño sufre una derrota humillante (sea en fútbol o en ajedrez), aprenderá algo de la realidad en la que vive: que ni somos todos iguales, ni nuestras circunstancias lo son. Lo decía bien rafa apuntando que somos todos distintos. La competición no es violenta ni mala de per se, puede ser muy lúdica y excitante, incluso en al derrota. Hay videojuegos y juegos de mesa cooperativos, y aportan un tipo de diversión, y luego los hay competitivos, que aportan otro tipo de retos y sensaciones.

La cuestión es que uno no puede aprender a ser mejor en ninguna actividad sin experimentar, acertando y fallando una vez tras otra. Si nunca se falla (porque se tiene talento natural), no se aprende nada porque ya se sabía, pero tampoco se aprenderá a fallar y cuando el talento natural ya no dé más de sí, nos encontraremos sin haber aprendido a esforzarnos como hacían los demás; si nunca se acierta, en cambio, se aprende automáticamente que algo no va bien. A mí me parece revelador ver, con este ejemplo, como aprenden más y más temprano la realidad en la que viven los que fracasan, que no aquellos que nunca lo hacen. Sin fracasos no aprendemos nada, pues la imaginación es libre de fantasear mientras la realidad no la contradiga; con fracasos, en cambio, estamos inevitablemente delante de la realidad en estado puro, más allá de nuestras fantasías.

La única excepción a eso son los "genios", que transformarán la realidad para que lo que para ellos fue un fracaso se convierta en un éxito. No cambiarán ellos, sino que cambiarán lo que les rodea para que se adapte a ellos. Pero eso se podrá hacer para mejor... o para peor (y en el momento en el que vivimos, hay más números que sea para peor que para mejor, pues pocas cosas se pueden inventar que no consistan en repetir errores históricos). Y es que resulta que en esto de no aceptar una derrota se entremezclan todo tipo de mecanismos de defensa psicológicos: si uno es talentoso, será talentoso también en el autoengañarse. Hace poco vimos aquí como alguien se dió de baja de forma aparentemente racional (me voy), cuando en realidad se dió de baja porque no pudo soportar haber quedado en evidencia (digo que me voy, pero en realidad no quiero reconocer que me voy porque perdí los papeles y no puedo soportar que me perciban siendo "humano", es decir, habiendo cometido un error).

Uno puede acertar y fallar —es decir, aprender— en una actividad solitaria, como lo son casi todos los estudios de educación obligatoria, pero hay tantas otras actividades en que se necesita un player 2. En el sistema educativo público de aquí, la competición ocurre cuando se hacen concursos, o bien en educación física si se hacen grupos, pero por lo demás la competición solamente está en las notas, y es una competición contra la realidad (la ciencia, el conocimiento), nunca contra los demás. De feroz tiene poco pues, la escuela, a la hora de aprender: si sacas un cero en mates no es porque las raices cuadradas fueran mejores que tú, sino porque no fuiste capaz tú solo contra la realidad. Si todos sacan buenas notas y tú no, no es culpa de nadie, es que eso te está diciendo que tú, por algún motivo, das menos que los demás. No existe enemigo, no hay villano, sino que hay la vida. Te reprendrá la família o el profesor, acaso, si no cumples las expectativas, pero ni la família ni el profesor compiten contra ti (a no ser que estén chalados), sino que a priori se están cuidando de que crezcas y te formes eficazmente como persona, de que aprendas la realidad en la que vives y vayas encontrando cual es tu lugar en ella miedante ensayos y errores.

No sé. Educar sobre cooperación está bien, es importante, pero eso está presente en esas asignaturas de ética, nada más. El esfuerzo para aprender es uno de individual. Cada uno tiene que encontrar en qué es bueno y en qué no, y maquillarle la realidad en la que está creciendo es coartarle el futuro en nombre de unas ideas. Me parece a mí, vaya.


¡POR CIERTO! Humillante es otra de esas palabras contraintuitivas, pues tiene mucha carga negativa —alude al sufrimiento de la derrota—, pero sin embargo parte etimológicamente de un valor que consideramos más que positvo: la humildad. Así, cuando a uno algo o alguien le humilla legítimamente —sin valor destructivo o violento—, lo que está ocurriendo en realidad es que se está poniendo de relieve que se alguien humilde en esa materia: la derrota le está diciendo que no era tan bueno como se creía, almenos no en comparación con quien lo humilló, claro. Es lo que llamamos cura de humildad. (Si uno se siente humillado cuando no debería, en cambio, como ocurre si se está traumatizado o emocionalmente comprometido, eso podrá ser un problema psicológico y/o cognitivo).

Hay una app por ahí que te permite jugar contra Magnus Carlsen según su edad, y darse cuenta que no ganarías a Magnus Carlsen con 8 años teniendo 30 no es, a priori, motivo para dejar de jugar al ajedrez si te apasiona y/o divierte. Y sin embargo habrá quien sí lo haga por ese motivo. ¿Por qué? Pues aquí lo más revelador del asunto, en mi opinión: si sufrir una derrota humillante contra la versión computerizada del niño que pasaría a ser el mejor jugador del mundo en pocos años te hace retirarte de dicha práctica, lo que eso dice de ti mismo es que no te apasionaba el juego, sino que lo que te apasionaba de verdad era pensar en la victoria, luego en ese caso la derrota humillante —el irse, delante de la misma— te presenta como una persona vanidosa y soberbia —si bien de eso no te darás cuenta, pues estarás cognitivamente secuestrado en el sí de la vanidad y la soberbia mismas. Así les ocurre a la mayoría de "promesas" del deporte, chavales de orígenes exóticos con un talento natural que los ojeadores se llevan para sus clubes, y que ante ese cambio de vida, en lugar de seguir apasionándoles el juego o la competición, lo que les pasa a motivar es conseguir la futura vida que su natural talento les promete. Quien es así tiende a fallar, por mucho talento que tenga, porque no aprende a esforzarse: quiere el premio de la nada, solamente por ser más talentosos de forma natural, por haber nacido así. Si no les apasiona la competición, no podrán competir. Es la fábula de la liebre y la tortuga.

Por eso decía aquello de que "a veces se gana y otras se aprende". Lo que pasa, por desgracia, hay quien o gana o se va. Y así, buscando un lugar donde gane sin tener que aprender, acabará siendo un rey tuerto en un país de ciegos: irónicamente, no aceptar las derrotas como tales es una táctica últimamente derrotista.

Amy escribió:valores de cooperación y compañerismo que se intentan inculcar en la escuela (lo importante es participar, etc.)

Eso de "lo importante es participar", por cierto, creo que ya lo dije una vez por aquí, es derrotista. Es una frase que se usa para forzar a los niños a hacer cosas en las que se sienten inútiles, sea o no verdad que lo son. ¿Cómo es posible que un profesor piense que es mejor que el chaval esté ahí plantado, siendo utilizado o ninguneado por los demás en la actividad, que no sin participar? Ah, resulta que no somos todos iguales, y eso jode a los esquemas del profesor.

Esa frase que usaban y usan los profesores está mal atribuída al fundador de los juegos olímpicos modernos, cuando en realidad viene de un obispo cristiano que la inspiró. La frase real de Pierre de Coubertin sustituía el participar —de esencia derrotista: "haz esto por el bien común, aunque lo pases mal"—, por el luchar: "Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien."

Paradójicamente, quien se aprovecha de la debilidad ajena es quien habla de solidaridad, pues en realidad quiere hacer encajar a personas indefensas ahí donde no encajan, y todo por el "bien de todos" (menos el del individual). Por la otra parte, en cambio, que por ser de esencia competitiva suena peligrosa, hiriente, cabe apuntar lo que dije, que es que no en todas las luchas existe un enemigo al que destrozar; esforzarse por ser el mejor uno puede esforzarse, simplemente, para disfrutar para sí mismo, y no para joder a nadie.

Todo tiene su contrapartida.





Última edición por Intrigado el Vie 19 Feb 2016, 23:51, editado 3 veces (Razón : edición 1: modificado último párrafo. / edición 2: añadido lo de los mecanismos de defensa / edición 3: me equivocaba y ponía las razones de edición en "tags" xD)

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ayuda-mutua

Mensaje Vie 19 Feb 2016, 23:21 por ayuda-mutua

Intrigado escribió:SERGI PÀMIES 19/02/2016 01:03 fuente: La Vanguardia


¿Fue una humillación? Total. Pero es la experiencia deportiva más importante que jamás he vivido. Las dos derrotas tragicómicas me enseñaron algunas verdades sobre la vida, aparte de inocularme una secreta animadversión por cualquier cosa que tuviera relación con aquella escuela. El tiempo me dio la razón. Alumnos que jugaban en el equipo que nos humilló reglamentariamente triunfaron. De algunos recuerdo perfectamente su apellido, bien porque más adelante sedujeron a chicas que me habría encantado seducir a mí, bien porque tocaban la guitarra prodigiosamente, bien porque acabaron presentándose a las elecciones. Por mi experiencia, pues, si el resultado de un partido escolar es humillante pero justo, resulta mucho más pedagógico que si, en pleno desastre, aparece la autoridad y detiene el marcador con la intención de perdonarnos innecesariamente la vida.

.

Coincido con el autor del articulo, las humillaciones pueden enseñar a algunos lo que va a pasar en su vida: no va a conseguir lo que ellos desean porque otros, cuya situacion es privilegiada, lo van a conseguir. Es mejor quiza que esa dolorosisima leccion se aprenda pronto para ser realistas y no esperar lograr lo que no vas a conseguir.

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Intrigado

Mensaje Vie 19 Feb 2016, 23:34 por Intrigado

ayuda-mutua escribió:no va a conseguir lo que ellos desean porque otros, cuya situacion es privilegiada, lo van a conseguir.

Y por lo tanto su deseo era más bien una fantasía, pues la experiencia le demostró que no se ajustaba a la realidad.

Sin embargo, todos los niños quieren ser astronautas, pero casi ninguno se queda encallado en la vida cuando se da cuenta que no va a poder serlo. De no tener traumas, conflictos psicológicos o cognitivos, vamos adaptando nuestras pasiones a lo que nuestras circunstancias nos permiten a medida que crecemos y nos vamos dando cuenta de la realidad en la que vivimos.

A Pàmies eso le apuntó a lo que no iba a ser: un buen futbolista. A partir de ahí te olvidas de la fantasía de que serás bueno en eso, pero no para quedarte chafado, sino para tratar de centrarte en otras cosas en las que sí salgas victorioso. Así, Pàmies no sería un deportista (de genética privilegiada), ni un político (de família pseudoburgesa), ni un músico (de percepción y esencia emocional harmoniosa), sino un periodista escritor analítico, inteligente y serioso, y por ello iba a ser respetado, pero sobretodo nunca, nunca humillado.

Y ojo: Pàmies es, de hecho, hijo de Gregorio López Raimundo, histórico líder comunista del PSUC, y Teresa Pàmies, escritora y periodista de nivel. No nos vayamos a pensar que él era menos privilegiado, viene de una família intelectual y se terminó dedicando a lo intelectual, que es en lo que ha demostrado ser bueno.

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Mensaje Vie 19 Feb 2016, 23:38 por Cipriato

Si disfrazas sus derrotas la sobre proteges y le mientes

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rafa55

Mensaje Sáb 20 Feb 2016, 01:28 por rafa55

La derrota es silenciosa como una sombra, tranquila como unas aguas en calma, rápida como una serpiente, veloz como un ciervo, la persona que teme a la derrota ya ha sido derrotado.

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