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"La felicidad hay que currársela, no viene dada"
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09072009
"La felicidad hay que currársela, no viene dada"
fuente: http://www.lavanguardia.es/lacontra/lacontra.html
Javier Sádaba, catedrático de Ética
"La felicidad hay que currársela, no viene dada"
(IMA SANCHÍS - 09/07/2009 - La Vanguardia)
Fuera de la raya
Vivir supone dolor y vivir con quien se quiere y como se quiere exige energía, mirar de frente al mundo (...) No juzguéis con dureza a los demás, sabed estar sin hacer mucho ruido, pero, eso sí, haciendo lo que os dé la gana. Es eso lo importante". Así habla la tía Sandalia en La vida buena (Península), un libro inteligente, entretenido y culto que reflexiona sobre algunas herramientas para conquistar nuestra felicidad: cultivar la voluntad, explorar los propios talentos, el humor, saber querer, estar despiertos y tener amigos de verdad. Sádaba, en crecimiento continuo, nos invita a bailar fuera de la raya: "El mundo cambiará cuando seamos más libres y tengamos menos miedo.
67 años. Nací en Vizcaya y vivo en Madrid. Doctor en Filosofía y Letras, licenciado en Teología y catedrático de Ética. Casado, un hijo y un nieto. La democracia no debería ser el mal menor, sino buena por ella misma. No creo en nada, pero pienso que nos rodea el misterio
-Sigue preguntándose sobre el sentido de la vida?
Tenga sentido o no, es la pregunta fundamental. Hay que preguntarse seriamente si podemos sacarle jugo a esta vida.
-En eso estamos todos.
Sí, pero lo que más nos importa se nos suele ir por las rendijas de la trivialidad: al margen de que uno sea futbolista o ajedrecista, nuestra felicidad depende de cómo posamos el pie en este mundo.
-Aprendemos caminando.
Hay que tener muy despierta la inteligencia y la sensibilidad, porque hay cantidad de estímulos que nos vienen de fuera y que deberíamos aprovechar. Hay que estar como los indios: con la oreja siempre pegada al suelo. Y me parece decisivo tener carácter, es decir, querer estar bien, no dejarse llevar por los acontecimientos, ir directamente a las cosas con una voluntad fuerte.
-Eso es tarea de una vida entera.
La vida buena, la felicidad, hay que currársela, no viene dada como un don del cielo. Y al final lo que uno hace es respirar bien: algo que está en potencia y uno lo pone en acto.
-¿Con qué herramientas contamos?
Al final el objetivo es llegar a ser tú mismo, construirte, y para ello es necesario conocerse bien, saber lo que uno puede, cuáles son sus poderes, y desechar lo que no puede. Otra es saber estar bien con los demás.
-Eso es muy difícil.
Habría que repetir una y mil veces aquella frase de Bergamín: "Sólo los solitarios son solidarios".
-Hay que empezar por uno mismo.
Hay que saber de uno y, después, saber salir a los demás. Si uno es egoísta, aparte de que no hay nada más feo, se achica a sí mismo. Uno crece si crece con los otros. Desarrollar un altruismo inteligente es al final lo que merece la pena.
-¿Qué impide la buena vida?
Aparte de uno mismo, en esta época sobreestimulada, ir deprisa por la vida y cierta patología sociopolítica que nos está hundiendo, que ha extendido el reino de la mentira, que valora muy poco a la gente por lo que ella pueda dar. Se trata de un paternalismo desilustrado.
-Eso suena terrible.
En los países desarrollados hay un desequilibrio entre el desarrollo tecnocientífico y los sentimientos morales. Una inmensa disfunción entre lo que podríamos hacer y lo que hacemos.
-Ponga el énfasis...
Lo pondría en la sensibilidad y los sentimientos, que son la llave para entrar en la vida buena, en nosotros y en los otros, y como guía la inteligencia, que es esclava de las pasiones pero siempre es un gran faro.
-¿Y por qué estamos tan perdidos?
Deberíamos reflexionar más sobre aquello que está en nuestras manos hacer y crear unas relaciones mucho más auténticas. Hemos sido cómplices de unas instituciones que no han sabido hacerlo, y por eso estamos tan perdidos.
-Igual lo que habría que hacer es eliminar unas cuantas.
El fracaso del avance democrático tiene mucho que ver con la alienación política de las instituciones, que en vez de ser los depositarios de la voluntad popular se han convertido en los que mandan e imponen sus intereses. Yo abogo por la abstención consciente.
-... Pues le llamarán inconsciente.
La vida política se ha convertido en una noria de la cual no se sale: vienen unos, luego los otros, y todos son muy parecidos. La única forma de liberarse sería crear semilla en la sociedad, que cada uno viera que la vida política no va a cambiar desde la política, sino desde la acción cotidiana.
-Usted dice que todos nacemos con un don, ¿está seguro?
Como decía Descartes, todos somos muy parecidos en inteligencia, pero después es una cuestión de disciplina, suerte y saber estar. La gente tiene capacidades ocultas que bien aprovechadas te pueden hacer la vida feliz.
-¿Y para descubrir ese don?
Por una parte está el pensar, el ver como decía Wittgenstein, traspasar las cosas. A veces, callarse y esperar, y la gran mayoría de las veces, callarse y escuchar, fuera y dentro.
-Yo, que me paso la vida escuchando, le diría que la acción es básica.
Sí, Wittgenstein decía que un concepto que no se aplica es vacío. Al final hay que comprometerse, hay que jugársela. Uno de los aspectos más deleznable de nuestros días es que no nos la jugamos, hay un miedo difuso que es paralizante. Todo el mundo teme salirse de la raya, ser considerado incorrecto, y las cosas cambian cuando uno actúa en consecuencia con lo que piensa.
-¿Persigue la inocencia?
Persigo por lo menos la disposición a la inocencia: saber que las cosas pueden ser de otra manera. "Hay que vivir ingenuamente, y lo digo sin ingenuidad", decía Dostoyevski. De tonto no hay que ir, pero sí esperando siempre lo mejor de los otros, por lo menos como actitud de entrada.
-¿El valor supremo?
Lo más artístico e interesante que hay en la vida es construir la propia bondad. El bueno inteligente es la más rara avis que existe, y ese me parece el valor supremo.
-¿Y el humor?
Hay un nexo importante entre el humor y el amor, no sólo porque el humor es lo más erótico que existe, sino porque una persona con mucho humor es persona empática.
Nada de nuevo, pero apetecía.
Javier Sádaba, catedrático de Ética
"La felicidad hay que currársela, no viene dada"
(IMA SANCHÍS - 09/07/2009 - La Vanguardia)
Fuera de la raya
Vivir supone dolor y vivir con quien se quiere y como se quiere exige energía, mirar de frente al mundo (...) No juzguéis con dureza a los demás, sabed estar sin hacer mucho ruido, pero, eso sí, haciendo lo que os dé la gana. Es eso lo importante". Así habla la tía Sandalia en La vida buena (Península), un libro inteligente, entretenido y culto que reflexiona sobre algunas herramientas para conquistar nuestra felicidad: cultivar la voluntad, explorar los propios talentos, el humor, saber querer, estar despiertos y tener amigos de verdad. Sádaba, en crecimiento continuo, nos invita a bailar fuera de la raya: "El mundo cambiará cuando seamos más libres y tengamos menos miedo.
67 años. Nací en Vizcaya y vivo en Madrid. Doctor en Filosofía y Letras, licenciado en Teología y catedrático de Ética. Casado, un hijo y un nieto. La democracia no debería ser el mal menor, sino buena por ella misma. No creo en nada, pero pienso que nos rodea el misterio
-Sigue preguntándose sobre el sentido de la vida?
Tenga sentido o no, es la pregunta fundamental. Hay que preguntarse seriamente si podemos sacarle jugo a esta vida.
-En eso estamos todos.
Sí, pero lo que más nos importa se nos suele ir por las rendijas de la trivialidad: al margen de que uno sea futbolista o ajedrecista, nuestra felicidad depende de cómo posamos el pie en este mundo.
-Aprendemos caminando.
Hay que tener muy despierta la inteligencia y la sensibilidad, porque hay cantidad de estímulos que nos vienen de fuera y que deberíamos aprovechar. Hay que estar como los indios: con la oreja siempre pegada al suelo. Y me parece decisivo tener carácter, es decir, querer estar bien, no dejarse llevar por los acontecimientos, ir directamente a las cosas con una voluntad fuerte.
-Eso es tarea de una vida entera.
La vida buena, la felicidad, hay que currársela, no viene dada como un don del cielo. Y al final lo que uno hace es respirar bien: algo que está en potencia y uno lo pone en acto.
-¿Con qué herramientas contamos?
Al final el objetivo es llegar a ser tú mismo, construirte, y para ello es necesario conocerse bien, saber lo que uno puede, cuáles son sus poderes, y desechar lo que no puede. Otra es saber estar bien con los demás.
-Eso es muy difícil.
Habría que repetir una y mil veces aquella frase de Bergamín: "Sólo los solitarios son solidarios".
-Hay que empezar por uno mismo.
Hay que saber de uno y, después, saber salir a los demás. Si uno es egoísta, aparte de que no hay nada más feo, se achica a sí mismo. Uno crece si crece con los otros. Desarrollar un altruismo inteligente es al final lo que merece la pena.
-¿Qué impide la buena vida?
Aparte de uno mismo, en esta época sobreestimulada, ir deprisa por la vida y cierta patología sociopolítica que nos está hundiendo, que ha extendido el reino de la mentira, que valora muy poco a la gente por lo que ella pueda dar. Se trata de un paternalismo desilustrado.
-Eso suena terrible.
En los países desarrollados hay un desequilibrio entre el desarrollo tecnocientífico y los sentimientos morales. Una inmensa disfunción entre lo que podríamos hacer y lo que hacemos.
-Ponga el énfasis...
Lo pondría en la sensibilidad y los sentimientos, que son la llave para entrar en la vida buena, en nosotros y en los otros, y como guía la inteligencia, que es esclava de las pasiones pero siempre es un gran faro.
-¿Y por qué estamos tan perdidos?
Deberíamos reflexionar más sobre aquello que está en nuestras manos hacer y crear unas relaciones mucho más auténticas. Hemos sido cómplices de unas instituciones que no han sabido hacerlo, y por eso estamos tan perdidos.
-Igual lo que habría que hacer es eliminar unas cuantas.
El fracaso del avance democrático tiene mucho que ver con la alienación política de las instituciones, que en vez de ser los depositarios de la voluntad popular se han convertido en los que mandan e imponen sus intereses. Yo abogo por la abstención consciente.
-... Pues le llamarán inconsciente.
La vida política se ha convertido en una noria de la cual no se sale: vienen unos, luego los otros, y todos son muy parecidos. La única forma de liberarse sería crear semilla en la sociedad, que cada uno viera que la vida política no va a cambiar desde la política, sino desde la acción cotidiana.
-Usted dice que todos nacemos con un don, ¿está seguro?
Como decía Descartes, todos somos muy parecidos en inteligencia, pero después es una cuestión de disciplina, suerte y saber estar. La gente tiene capacidades ocultas que bien aprovechadas te pueden hacer la vida feliz.
-¿Y para descubrir ese don?
Por una parte está el pensar, el ver como decía Wittgenstein, traspasar las cosas. A veces, callarse y esperar, y la gran mayoría de las veces, callarse y escuchar, fuera y dentro.
-Yo, que me paso la vida escuchando, le diría que la acción es básica.
Sí, Wittgenstein decía que un concepto que no se aplica es vacío. Al final hay que comprometerse, hay que jugársela. Uno de los aspectos más deleznable de nuestros días es que no nos la jugamos, hay un miedo difuso que es paralizante. Todo el mundo teme salirse de la raya, ser considerado incorrecto, y las cosas cambian cuando uno actúa en consecuencia con lo que piensa.
-¿Persigue la inocencia?
Persigo por lo menos la disposición a la inocencia: saber que las cosas pueden ser de otra manera. "Hay que vivir ingenuamente, y lo digo sin ingenuidad", decía Dostoyevski. De tonto no hay que ir, pero sí esperando siempre lo mejor de los otros, por lo menos como actitud de entrada.
-¿El valor supremo?
Lo más artístico e interesante que hay en la vida es construir la propia bondad. El bueno inteligente es la más rara avis que existe, y ese me parece el valor supremo.
-¿Y el humor?
Hay un nexo importante entre el humor y el amor, no sólo porque el humor es lo más erótico que existe, sino porque una persona con mucho humor es persona empática.
Nada de nuevo, pero apetecía.
Res- Miembro desterrado
-
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Tengo : No lo sé
"La felicidad hay que currársela, no viene dada" :: Comentarios
Almenos no es el típico que hace libros de autoalluda.
El bueno inteligente es la más rara avis que existe
No juzguéis con dureza a los demás, sabed estar sin hacer mucho ruido, pero, eso sí, haciendo lo que os dé la gana.
Las mejores frases. La primera, porque estoy de acuerdo con lo que dice.
Y la segunda, porque me gustaría que mi vida fuera esa frase. Y quizás lo intente.
Tan rara avis que sólo existen 300 unidades en África.
Por qué no juzgar con dureza si serás juzgado con dureza?
Por qué no juzgar con dureza si serás juzgado con dureza?
Pues yo prefería que no llegasen tantos.Hay que tener muy despierta la inteligencia y la sensibilidad, porque hay cantidad de estímulos que nos vienen de fuera y que deberíamos aprovechar.
Otro que no deja libro de instrucciones."Hay que vivir ingenuamente, y lo digo sin ingenuidad", decía Dostoyevski.
Esa es buena, pero ni el misterio ya me rodea...No creo en nada, pero pienso que nos rodea el misterio
Nunca lo había pensado. Quién sabe.sino porque una persona con mucho humor es persona empática.
Aunque me resulta interesante lo que se dice en la entrevista, yo me indigno bastante cuando desde el mundo occidental desarrollado no empeñamos en esgrimir fórmulas de esas que llamamos "para la búsqueda de la pequeña felicidad". ¿Cómo se puede hablar de que tenemos al alcance la pequeña felicidad de nuestras vidas, mientras sabes que hay millones de personas por ahí y en el tercer mundo muriéndose de hambre? ¿Podrían esos seres humanos levantarse y decirse a si mismos que se puede ser feliz desde el interior de uno? A lo que voy es que los occidentales ya somos felices, desde el momento que te levantas, te acuestas y tienes aunque sea un plato de sopa para llevarte a la boca. Me llevan los demonios estas cosas, perdón.
fairy escribió:A lo que voy es que los occidentales ya somos felices
Uy sí, mira qué feliz soy que bailo jotas todo el día.
xiquet, Res, lo que digo es que los occidentales no sabemos conformarnos con lo que tenemos. Aunque fuéramos capaces de poner en marcha todas esas fórmulas para intentar ser medio felices dentro de nuestras asquerosas vidas, el mundo no desarrollado nunca podrían ponerlas en marcha, jamás. Cuando digo que no sabemos conformarnos, me estoy refieriendo a que, simplemente con mirar un poquitín alrededor del planeta, nos daremos cuenta de que, una de dos, o nos aguantamos sin terminar de encontrar la felicidad, o nos ponemos todos a luchar por un mundo justo.
Ay los Simpsons, Styhrling jajajja
Ay los Simpsons, Styhrling jajajja
Habría que hacer una hemeroteca de conceptos explicados a través de Los Simpsons. Una hora a la semana en la escuela, incluso.
Ah, sí, voy a estirarme y conformarme con mi ansiedad.
Ah, sí, voy a estirarme y conformarme con mi ansiedad.
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