http://www.lavanguardia.com/deportes/otros/20140509/54407737475/yago-lamela-atleta-salto-dificil.html

En 2009 anunció oficialmente su retirada del mundo del atletismo. Entonces, puso su punto de mira en el mundo de la aviación (se inscribió en un curso de piloto de helicópteros y la escuela quebró), de la informática y de la música electrónica. Intentó volver a aquella universidad de Iowa y regresó a Asturias sin un título bajo el brazo.

Lamela no pudo más. Su cúmulo de infortunios le condujeron a una gran depresión. Estuvo seis días hospitalizado en la planta de psiquiatría del Hospital San Agustín de Avilés y en una de sus últimas entrevistas, en elcorreo.com, reconoció haber pasado un mal momento.

"Sí, estuve un poco chungo, con una depresión bastante grande, pero me he recuperado muy rápido. El deporte me ha dado muchas alegrías, pero también muchos golpes, y aprendes que lo importante es levantarte y seguir luchando. Y eso es lo que voy a hacer ahora, luchar para superar esto lo más rápidamente posible", dijo.

Parece que 'se recuperó' de forma precipitada.

Yago se une a la interminable lista de deportistas que después de subir hasta la cumbre (o de no conseguir alcanzarla nunca, casos que luego nunca trascenden en los medios de comunicación por razones obvias) se encontraron con las manos vacías y no supieron darle un nuevo rumbo a su vida.

Crecer con el objetivo de ganarse la vida con el deporte no es fácil, especialmente en algunas disciplinas. El aislamiento social que conlleva es importante: el club se cuida de todo, tú solamente tienes que entrenar, ser bueno, reportar títulos. Y cuando eso termina, si no tienes otras donde apoyarte, te quedas sin nada. Peor todavía, puede que carezcas de un desarrollo emocional normal debido a la educación que has recibido, puede que después no sepas como desenvolverte en la sociedad sin estar bajo la tutela de alguien, o sin ser alguien. En este sentido tienen bastante en común con las consecuencias de sufrir fobia social, y es por eso que es un fenómeno que me interesa especialmente: un aislamiento prolongado de la normalidad les deja inútiles para desenvolverse en esa, algo que tendrán que hacer eventual e inevitablemente.

La selección de waterpolo que ganó el oro en Atlanta 96 era un grupo de drogadictos. Todos conocemos más o menos al 'Hermano mayor', pero ni con toda su experiencia personal y profesional pudo hacer nada para salvar la vida del que fue su portero, Jesús Rollán.

Los padres a veces son los primeros culpables. En el tenis lo que destaca son los padres tiránicos, particularmente si sus descendientes son mujeres. Andrea Jaeger quizá no se quitó la vida, pero se hizo monja. Los problemas con los padres de los Sánchez Vicario tampoco pasaron inadvertidos a nadie, pero son una broma al lado de otros, de forma parecida como la polémica de Ana Tarrés en la natación sincronizada levantó ampollas hace un par de años, pero daba risa comparado con lo que viven las gimnastas soviéticas.

En otros casos es la presión y el estrés del propio deporte. El maratoniano Kokichi Tsuburaya se quitó la vida a los 27 porque no pudo con la conocida presión moral de la cultura japonesa, la misma que crea los hikikomoris, que puso todos sus focos en él después que hiciera bronce y que no lo dejó ni descansar después de una lesión. "No puedo correr más." decía su nota de suicidio. Como el abandono, la excesiva responsabilidad también mata. Los futbolistas Dave Clement y Mirko Saric también se quitaron la vida después de largas lesiones que los alejaron de los terrenos de juego.

Pero no siempre es el deporte, a veces son las personas y las circunstancias. Como tantos otros futbolistas, Robert Enke siempre fue un tío depresivo, y la muerte de tu única hija fue la gota que colmó el vaso. Chris Benoit decidió llevarse con él a su família.

Por supuesto el mundo del deporte es equiparable al de los niños prodigio de otras disciplinas, particularmente al de los artistas y los niños de la tele. Juguetes rotos, que dicen.