MICRORRELATOS y MICROPOEMAS

Era tan desgraciado que para colmo, al morir, se fue al infierno.

Fin.

Caminaba deprisa, entre la gente siempre apresurada de aquella gran urbe.
De repente, fue consciente de que se había contagiado de aquella trepidante velocidad, ni llegaba tarde a ningún lado ni nadie le esperaba en su destino. De hecho si no hubiera llegado, posiblemente hasta el día siguiente o más, nadie lo hubiese notado, y menos aún se hubiera alarmado.

Toda esta reflexión de unos segundos no hizo más que empujarle a ir más deprisa, y en ese momento, apesadumbrado, subió la mirada y se encontró con el panel de salidas de los trenes de la estación. Instintivamente buscó el reloj de la torre para comprobar la hora.Sintió por su espalda unos deseos irrefrenables de marcharse, a donde fuera.

Lástima que al hurgar en sus bolsillos sólo encontró el forro de tela más cruel que había visto en su vida.

Andaba perdida haciendo tiempo, a las tantas de la madrugada de un fin de semana, buscando un banco donde sentarme, y al llegar al cruce de Juan Bravo con Francisco Silvela la ví.
En uno de aquellos dos bancos estaba tendida. Si yo tenía frío con mi gran abrigo (era pleno invierno)me imagino ella que no iba apenas abrigada.

Era una mujer de unos 50 años, que sola y tumbada, murmuraba palabras inteligibles.
Me acerqué a ella, consiguiendo que se irguiera. Recostada en aquel banco me miraba, pero era como la mirada de un ciego. Estaba claramente ebria y abandonada a su suerte.

Tras darle de beber un poco de agua que llevaba y acompañarla en su soledad me dí cuenta de que posiblemente estaría ya al borde del coma etílico porque no reaccionaba.
Llamé al 112. Vinieron a por ella. Se la llevaron diciéndome que era una "gran" conocida para ellos en esa zona, con algo de frialdad en sus voces.

Yo me quedé en ese mismo banco, como viéndome a mi misma. Sola, decrépita, malquerida, dolorida, con los ojos más ciegos por el dolor que por el alcohol.

Estaba sola y congelada. Sola. Y posiblemente era culpa nuestra. Suya. Mía.

Hey, ¿por qué los relatos de Jacinto se han cambiado por una carita?